jueves, 8 de octubre de 2009

AGONÍA


¿Y cuándo
te atravesó la aviesa lágrima
sin que lo percibiera?
Como madre
Yo me hubiera convertido en absorbente suceso
en peldaño distractor
en mermelada untable de días tostados
ah,
y en chocolate caliente y espumoso.
¿Sabés?
hubiera regalado las bolitas
mezquinando tus preferidas
sin olvidarme de que un hoyo infértil
sosegaba los trazos de tu exigente contrincante.
También
creo que tendría que haber dado unas puntadas a la puerta
para que no se escapara tu sonrisa
y de puro metida, nomás, te hubiera comentado,
así, al pasar, que conservo aún tu primer guardapolvos,
aquél
del jardín de infantes, esa novedosa manera de mirar el tiempo
a través de un antifaz cuadriculado
que se precipita sobre los hilos de tu nombre
bordado en blanco suave como tu mirada.
No debí olvidar que las agujas del reloj
(qué antigüedad, pero bueno, así era entonces)
podrían ulcerar tu palabra de niño terso
ahora me pregunto
por qué no amasé más seguido el pan de tu pregunta,
por qué no te llamé con más cuidado,
por qué no me detuve en tu sospechoso silencio.
Ya sé
ahora no tiene caso
andar a tientas en un pasado que no tiene remedio,
pero, quién sabe,
porque todavía estás al alcance de mis ojos
casi casi a la altura de mis palabras
a un par de miedos de mi mano
a un simple suspirar de un verbo...
yo tengo la esperanza de aferrarte
darte impulso
regalarte nuevamente la vida
y darle de cachetadas a la guadaña,
después de todo
habrá que perdonarla por buscarte
anticipadamente.

Susana lizzi

1 comentario:

Anónimo dijo...

No pude evitar, el día que lo leiste en el taller y ahora que vuelvo a leerlo, emocionarme Susana. Rara vez me ha pasado eso con un poema. Me llegó tanto, tanto.
¡FUERZA!
Un fuerte abrazo.
Sol

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