sábado, 18 de junio de 2011

NORMA SEGADES MANÍAS




“... porque hasta el último hálito de vida
voy a aferrarme a la conciencia.”
Leticia Ricárdez
(México)







La voz estalla en huecos de conciencia

con un gesto de espiga reclamándole al siglo sus silencios culpables.

La voz se eleva triste, sin ritmo de panfleto admonitorio

ni cadencia de muerte multiplicando coágulos

ni palabras convulsas.

La voz busca engendrarse

con semen de fogatas pulsando en la vigilia,

en el cántaro azul de una esperanza ejercida a mansalva.

La voz quiere ser clara como el agua en la lluvia o la luz en la aurora.

La voz quiere ser largamente pura.



Pero ella no suscribe al disimulo,


renuncia a los secretos, abdica a los disfraces, reniega de mordazas.

Entonces ya no puede consentir los dolores encrespados,

admitir los vendajes que ciegan las pupilas,

omitir la denuncia.

Entonces se apasiona,

entonces se derrama como un bálsamo tibio

entre todas las llagas rigurosas, entre todo el agravio,

entre todos los odios que invaden la intemperie cuando la vida exhibe

sus colmillos de eclipses y penumbras,



inventa algunas treguas tutelares,


alguna fe propicia que le encienda horizontes a pesar del espanto,

algún síntoma breve de escasas indulgencias malheridas,

un resto de plegaria agazapada

que funde otra liturgia...

Pero en el fondo sabe

que algo viene creciendo a través de la pena

que, más allá de la quietud del viento, el hambre anda en jaurías,

que tiene el corazón de pie en las coordenadas del más hondo cansancio,

que tiene el corazón sobre la furia.




Norma Segades Manías (Santa Fe, Argentina)








miércoles, 8 de junio de 2011

ROQUE DALTON




Por qué escribimos

Uno hace versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.
Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan, hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

            Roque Dalton, en “ La Ventana en el Rostro”.




Cultura en Plural

En Larroque hay un espacio denominado "Cultura en Plural", un lugar donde se propone el acceso a la cultura desde un lugar profun...