viernes, 20 de agosto de 2010

CON LA BOCA AL ROJO VIVO, EN CHAJARÍ

FERIA REGIONAL DEL LIBRO en Chajarí - 9 al 12 de septiembre

El viernes 10 de setiembre, a las 18, en el Centro Cultural de Chajarí, en el marco de la 8va Feria Regional del Libro Susana Lizzi presentará su libro “Con la boca al rojo vivo” –leyendas, creencias, supersticiones-, editado por la Subs. de Cultura de la Provincia para el Programa Identidad que impulsó el CFI; declarado De Interés Educativo por el CGE de la pcia.

La escritora, además, ha sido convocada para dictar talleres de narrativa dirigido a alumnos de la escuela secundaria.

La Feria Regional del libro y otras Actividades Culturales de Chajarí nacida en el año 2003 con la idea de realizar actividades que reunieran en una misma exposición, ventas de libro, muestras de arte, literatura, cine, música, charlas debates y talleres, se ha convertido en un espacio construido colectivamente, desde el cual se brinda gratuitamente, a cada uno de los integrantes de la comunidad y visitantes, la oportunidad de aprender, experimentar, disfrutar, admirar y producir espacios para el arte y la cultura.

Este año se ha confirmado la presencia de Enrique Llopis, como así también del periodista Orlando Barone, quien disertará sobre el tema: “La realidad según el medio, el interés, la cámara y la impunidad con que se mira”, exponiendo sobre el manejo de la información mediática a través de una mirada crítica y autocrítica; además, el reconocido actor, profesor y director Manuel Callau presentará un homenaje a la figura de Raúl Scalabrini Ortiz, con trabajos basados sobre dos de sus textos: “El hombre que está solo y espera” y “La gota de agua”; también participará el grupo vocal "CANTOENCUENTRO" de la ciudad de Paraná.



Se brindarán una serie de charlas y talleres sobre la temática de los Derechos Sociales de la Mujer, contando con la participación de diferentes profesionales del CONICET y el Programa Juana Azurduy, entre otras Instituciones.

Dará cierre a la Feria la banda Arbolito, un grupo musical argentino que fusiona ritmos folclóricos (chacarera, huayno, saya, zamba, candombe, entre otros) con el rock y el reggae, en canciones propias con letras de fuerte contenido social.

martes, 17 de agosto de 2010

EL VIAJE DEFINITIVO


...Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, el árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

JUAN RAMÓN GIMENEZ

domingo, 1 de agosto de 2010

PRESENTACIÓN DE LIBRO EN GUALEGUAY


La lluvia del viernes 30 de julio no empañó en absoluto el brillo de la reunión organizada por la Secretaría de Cultura, Turismo y Deporte de Gualeguay, en el Museo Quirós, con motivo de la presentación de mi libro “Con la boca al rojo vivo” –leyendas, creencias, supersticiones-.
Escritores y docentes y periodistas siguieron con silenciosa atención la exposición de Tuky Carboni, Elsa Serur y Eise Osman.
Selva Olivera, Directora de Cultura de Gualeguay- definió como “panel de lujo” a quienes tuvieron a su cargo la presentación del libro.
La directora de Cultura de Gualeguaychú, Olga Lonardi y la escritora de Federación, Graciela Paoli, viajaron especialmente para acompañarme en esta oportunidad.
El cierre, a cargo del músico y poeta, Martín Pucheta, coronó un cálido encuentro en la palabra que estuvo subrayado por un aplauso intenso y conmovedor.
Como autora señalé la importancia que tuvo para mí estar en Gualeguay, cuna de escritores representativos de la región.

PRESENTACIÓN A CARGO DE TUKY CARBONI:

CON LA BOCA AL ROJO VIVO

“CON LA BOCA AL ROJO VIVO”, de Susana Mabel Lizzi es un libro verdaderamente precioso. Contiene relatos que la autora escuchó en la infancia, de labios de su padre. Digo verdaderamente precioso porque, seguramente, para entrar a la cámara donde Susana guarda esos recuerdos, debe hacerlo con las alas de su cuerpo emocional desplegadas de par en par. Esos cuentos son algo así como la recolección o la cosecha vital de una tradición oral que, a la manera de los antiguos, ella escuchó por la noche, alrededor del brasero.
Yo sólo pude acercarme a él de una forma donde predomina la actividad del hemisferio cerebral izquierdo, es decir, sintiendo. Con una actitud de respeto y entusiasmo como ella, sin duda, los escuchó; como un regalo inolvidable del amor paterno, que le transmitió, al mismo tiempo que la historia, el maravilloso sentimiento del misterio; y conste que considero al misterio como el soplo creador de la imaginación infantil.
Lo sé y lo comprendo porque yo también fui destinataria de tan regio regalo, en circunstancia muy parecidas a las vividas por Susana: escuchadas por la noche, en zonas rurales, junto al fogón bajo de la cocina de mi casa de Estación Lazo; estas historias llegaron hasta mí, traídas por la voz de personas tan amadas como seguramente es Martín Benito Lizzi para su hija.

En el caso de tener el privilegio de los cuentos escuchados, no es sólo la historia en sí la que prende el fuego sagrado de la imaginación; es el rostro del narrador, el tono de su voz, la forma en que se curvan los labios o las cejas para pronunciar las palabras usadas para comunicar las vivencias; (porque por lo general, todas parecen tener el sabor de las cosas contadas en primera persona); es el ambiente donde, por lo general se celebra esta especie de rito: una vieja cocina de campo, con su fogón bajo donde siempre arde, por partes un fuego de espinillos y algarrobos. Son las pausas, que parecen suspendidas del humo azulado que sube hacia las altas regiones del techo de tejuelas. Son las paredes ennegrecidas, desde donde parece deslizarse, el eco del más allá. Es la emoción creciente que va aumentando como un fermento en las gargantas de los contadores de cuentos. Para convocar los seres fantásticos de nuestra mitología regional, es preciso montar una especie de teatro, con su correspondiente protagonista, el contador, y una audiencia más o menos numerosa, los escuchas. En ese clima emocional, pareciera que se genera una dinámica que se va potenciando a medida que transcurren los relatos y van despertándose energías dentro del conjunto. Hay que ver aparecer de pronto a las luces malas, el lobisón, el aparecido, como traídos por una ráfaga de de viento interior, corporizándose, a medida que la emoción crece en los narradores y los escuchas.

Uno de los detalles que más me conmovió en “CON LA BOCA AL ROJO VIVO”, fue que, con ligerísimas variantes, y con la sola excepción de La Salamanca, los cuentos que Susana nos transmite son casi los mismos que yo escuché. Circunstancia que confirma que no se trata de una creación aislada y personal, sino de una rica tradición oral colectiva que enjoya nuestra identidad cultural. La hechicera de “El Incendio”, los roces, los susurros, los rumores apagados de “La Caricia”, o “El Reloj” o de “Cadenas”. O esa fuerza bienhechora que nos salva en el último instante, tal como Susana lo cuenta en “El Perrito Blanco”. O la aparición fantasmal de “El Baile” o el electrizante “Tatita” o “A la Grupa” o “Espectros” comparten un sustrato común con lo por mí escuchado; sólo difieren en los detalles que los adornan. Y esas variantes nos dicen que la tradición de la que hablamos no es algo estático, congelado, muerto; sino que está viva, con posibilidades de cambio y recreación de sí misma, pero sin perder su base original.

Creo que mi querida amiga Su, como suelo llamarla, ha estado sumamente acertada en reunir los cuentos escuchado en circunstancia tan entrañables. No sólo porque ha dejado un registro escrito de una tradición oral valiosa, sino porque, de alguna manera, ha hecho que se perpetúe la memoria de su padre, maravilloso contador que enriqueció su infancia y le sumó esa contención, esa ternura y ese lujo del amor que significan los mayores que invierten su tiempo y su esfuerzo personal en poblar la imaginación con esa especie de magia, que ya es nuestra para siempre.




PRESENTACIÓN A CARGO DE EISE OSMAN:
la más creíble de las mentiras
El libro de Susana Lizzi nos acerca a nuestra niñez, a la remembranza de un tiempo, donde la percepción ampliada del mundo encendía nuestra fantasía, donde el pragmatismo que nihiliza nuestra percepción de adulto no había empobrecido nuestra imaginación.
Compartimos con Baudelaire la percepción de la correspondencia de todas las artes, en la visión simbólica compartida del mundo de Susana Lizzi, que no ha sufrido esa parcelación pragmática del mundo.
Las creencias, las visiones, las percepciones, se unen en estos relatos, para reflejar esa percepción de la niñez, que es totalmente inefable y por lo tanto no disocia con fines prácticos.
Como todo artista, esta autora se resiste a entregar la última plaza sitiada por lo fines ajenos de los intereses sociales, que es la imaginación.
Es en la niñez, donde la razón estructurada de la realidad del adulto no ha separado ni disgregado la visión totalizadora del mundo en su afán de dominarlo, que mata parte de la percepción de la existencia, que se opone a la apropiación de los objetos y el poder y oculta la belleza develada por el niño.
Para Nietzsche, la creación del mundo se justifica por la belleza, o como decía Jalil Gibrán: “La vida es la búsqueda de la belleza”, el resto son momentos de la espera, porque en el decurso de la existencia vamos matando, todos los días, el capital de la sensibilidad para la apreciación estética, en nombre de fines que guardan en sí el alejamiento de la alegría de ser, por la pobreza del poseer.
Este libro, lleno de la magia de la niñez, es el esfuerzo continuo del arte en su afán de hacer sobrevivir en los recuerdos y la imaginación, la pureza de los niños, ese capital de la vida que es el tiempo sentido del arte, que abreva en la comunicación profunda de nuestro yo con el mundo, más allá de la lógica y la razón, que se satisfacen a sí mismas, pero no a la vida. Son bastones que nos ayudan a caminar en este mundo de incertidumbre. Pero no confundir el bastón con el ciego, pues todos somos ciegos de alguna manera, solo varía la distancia de nuestra ceguera.
Todo tiempo evocable de un niño es la reserva de ternura para enfrentar el desierto despoblado del adulto, que desvía la mirada en fines que contradicen la tan cacareada humanidad, pues todo es complementario cuando los fines humanitarios son compartidos, y todo es contradictorio cuando los egoísmos individuales del adulto lo determinan.
Como dice el Corán, todos somos responsables del destino de un hombre y, en este caso, de la niñes. Por eso, la niñez evocada por Susana Lizzi, en los mitos y leyendas no son superfluos, porque anidan en ellos, la raíz de los mitos pueblerinos, que afirman nuestro ser en el mundo, pues todo hombre regresa a su terruño.
El mundo es una sombra y el hombre es el lector de las penumbras. Creer en la racionalidad como razón indubitable fue el enfoque romántico del siglo XIX y fue la ideología de la Revolución Francesa el romanticismo de la razón. Solamente tirándole salvavidas a la angustia podremos superarla y eso sólo lo encontramos en el arte: la más creíble de las mentiras que habitan este mundo de incertidumbres y de sombras. Por eso, en la obra de Susana Lizzi, rescatamos la inocencia y la frescura que tanta falta hacen en este mundo para recuperar la esperanza, la imaginación y los sueños.
El tiempo de la escritura no es el tiempo del escritor, el tiempo de la creación es el sedimento existencial de los avatares de la vida, que luego se hace expresión, después de un arduo trabajo de formación cultural.
Por todo lo antedicho, felicitamos a la autora en su esfuerzo por la concreción exitosa de este libro.
EISE OSMAN. Gualeguay. 30 de julio de 2010.

PRESENTACIÓN A CARGO DE ELSA SERUR
ELSA SERUR
Hoy nos hemos reunido para recibir a una querida amiga, que viene desde Gualeguaychú para regalarnos con su presencia y su hermoso libro, este grato momento.
Si vamos a hablar de cuentos fantásticos, no podemos dejar de nombrar a Bioy Casares, que nos dice:
“Viejas como el miedo, las ficciones son anteriores a las letras.”
Los aparecidos pueblan todas la literaturas: están en la Biblia, en Homero, en Las mil y una noches. Tal vez, los primeros especialistas en el género fueron los chinos.
Ya decía Platón –428 al 347 a C.- que se acunaba a los niños con mitos. Él denominaba así al relato de algo fabuloso, acontecido en tiempos remotos, y nunca se conocía su origen. Ese mito del que hablaba Platón es el mismo cuento o leyenda que todavía recordamos de nuestra infancia y que hoy nos acerca Susana de la mano de su padre y del recuerdo revivido del asombro de la niñez. Es ese mismo cuento o leyenda que, allá en la infancia, alguna vez, alguien muy querido nos contó. Yo recuerdo –en uno de mis libros- a mi abuela, y digo: Entonces, la magia de “Las mil y una noches” surgía como por encanto, mientras la abuela dejaba en el alma abierta de sus nietos, sentados a su alrededor, las leyendas de su lejano país- en ese momento justo en que el silencio de la noche parecía detenerse para oír tan solo esas palabras, hasta transformarse lentamente en el ovillo perfecto que ansiaban escuchar. Ese cuento que los alejaba del tiempo y del espacio y transformaba la realidad de los chicos en una danza que se detenía sorpresivamente cuando la abuela llegaba al final y decía: colorín colorado, este cuento se ha terminado. ¿Quién no recuerda algún cuento de la abuela? ¿Qué niño no encontró alguna vez, allá en la infancia, el reposo del sueño después de un final feliz?
En este libro, con tono vehemente, Susana expresa su respeto y su ternura hacia sus mayores y se remonta hacia el “Paraíso perdido” de su infancia, donde todo era maravilloso y donde regresa para recuperar los momentos inocentes y felices junto a sus hermanos pequeños, cuando reunidos alrededor del brasero, escuchaban los cuentos surgidos como por arte de magia de la frondosa imaginación de su padre, que sabía mantener la atención de sus pequeños, a través de la palabra, cuando no se conocía la televisión y todo sucedía en la imaginación asombrada del niño.
“Al oscurecer –cuenta Susana- la familia se reunía en la cocina, reducido espacio para cuatro gurises y dos grandes. Cuando nos aburríamos, Bety, Cristina, Martín y yo peleábamos por cualquier nimiedad y pasábamos, en un suspiro, del griterío al tirón de pelos o al manotazo. Como papi no era afecto a reprendernos, tenía un arma infalible para disuadirnos de la intolerancia: “¿Han oído hablar de las luces malas?” preguntaba, por ejemplo, como al pasar, y …¡Santo remedio!”
Leyendo este libro recordé a “Don Segundo Sombra”; en este libro, Ricardo Güiraldes creó a un gaucho que entretiene a sus amigos contando cuentos folkóricos. Don Segundo ha dicho “te voy a contar un cuento” y Fabio comenta: “Quedé un rato a la espera. Don Segundo nos dejaba caer, así, en un reino de ficción. Íbamos a vivir en el hilo de un relato. Saldríamos de una parte a otra. ¿De dónde y para dónde?”
Sabemos que los hombres, desde los tiempos más remotos, se reuían alrededor del fuego y se contaban cuentos y leyendas. Y ya entre los cavernícolas, algunos debieron haberse distinguido en el arte de contar lo que en el silencio de las noches tranquilas encendía su imaginación.
De esas proezas verbales, como dice Anderson Imbert, no sabemos nada. Solo podemos conocer los pocos cuentos que se conservan en textos legibles; y como las primeras civilizaciones con escritura aparecieron hace más de cuatro mil años, en la Mesopotamia, de ahí la imaginación desbordante de “Las mil y una noches”, que tanto admiraba Borges. También en Egipto e India. Todas las conjeturas sobre los orígenes del cuento y el paso del cuento dicho al cuento escrito son inverificables.
En este libro que hoy festejamos, Susana ha logrado recuperar antiguas leyendas, y con ellas ¡Cuánta luz -y por cierto muy curiosa, principalmente para los chicos de la ciudad- arroja sobre los usos, costumbres y opiniones de nuestros hombres del campo. Que la historia que nos refiere sea enteramente original o que haya sido sacada de orígenes inexistentes, no tiene importancia; lo que sí tiene importancia y mucha es el mérito del escritor de embellecerla, porque, como sabemos, las ideas siempre son las mismas, lo que importa es cómo la narra cada escritor para despertar el interés del lector. Y la sencillez, el fresco ambiente que respira este libro, atrapa al lector que es, en definitiva, el mayor logro al que puede aspirar un escritor.
Quiero felicitar a Susana Lizzi por este hermoso libro, donde ha logrado recuperar viejas historias de su infancia y de la infancia de muchos de nosotros.
ELSA SERUR DE OSMAN. 30 de julio de 2010. Gualeguay. Entre Ríos

Cultura en Plural

En Larroque hay un espacio denominado "Cultura en Plural", un lugar donde se propone el acceso a la cultura desde un lugar profun...