Era Noche Buena y el hombre tenía aspecto de sombra, sólo los ojos le brillaban y le daban un tinte humano. Los niños corrían cuando él deseaba acercarse, arrastrando una bolsa. ¡El hombre de la bolsa! Gritaban (de tanto escuchar a las madres) pero más convencidos de que era una negra bestia que quería capturarlos.
El hombre de la bolsa (por llamarlo de alguna forma) viendo que con su figura ancha y torpe para caminar no conseguiría de ninguna forma superar a los chicos, se confundió en la noche rumbo al río. Cuando llegó a la orilla tiritaba de frío y tuvo que hacer una fogata. Después se metió en el agua y lavó sus ropas y su cuerpo. Al cabo de dos horas renovaba su andar totalmente seco y limpio, su barba lucía como la nieve y su atuendo como la capa de un torero. Los niños ya no estaban en las calles, así que eligió golpear las puertas, pues, de las chimeneas, ni le hablen.
Pascual Marrazzo ©
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jueves, 17 de diciembre de 2009
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1 comentario:
Susana felices fiestas a ti y a los tuyos, con cariño Gus.
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