Entre tantas heridas
yo tuve la que sangra
por los otros
(para mí conservé la energía
del dolor exiliado).
He traspasado la piel de las palabras
con las esquirlas de mi lengua.
Por eso
a veces
soy un fantasma visible.
Le dije a Dios un día
"¿Qué voz debo escuchar?
¿la que el desvelo de tu nombre
tropieza en los altares
o la del que nada sabe de salmos y alabanzas?”
Quiero creer que Dios me ha contestado
esto que encarna mi latido
esto
que sueño cada noche
esto que ejerzo desde el hombro hasta la espina dorsal
esto que impide que adorne con falsía
la clásica novela de la tarde
esto que me arremete y me conduce
más allá de mi límite.
¡Qué importa si esto es lucha y si esta lucha
me hace pecadora!
quizá
también la aceptan como ofrenda en el cielo
si la rechaza el hombre.
Que me perdone el nombre de las altas esferas.
La fuerza no me alcanza para ser imperfecta de corazón.
Mi alma está tan sola como
la de los pobres solos
y de los solos pobres.
Esta es la certeza de que hoy dispongo.
Después de todo
el amor es la muralla más auténtica.
Susana Lizzi
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