E V A D I D O S
Una oscura maravilla nos acecha.
Jorge Luis Borges
I
Ausencia.
Camino de feroz recorrido.
Imperceptible plano de lo cotidiano
que transporta con la imaginación
a zona de mayor opacidad y
luego
la devuelve
como si la elasticidad del pensamiento
le diese
la propiedad de rebotar sobre sí misma
y repelerse
eternamente.
¿Dónde está el Ausente,
de qué lugar me he quedado fuera
de qué misteriosa región
soy la evadida
hasta que me atraviese la devoradora?
II
Mi nombre tendrá un anuncio fatalista
Una oscura maravilla nos acecha.
Jorge Luis Borges
I
Ausencia.
Camino de feroz recorrido.
Imperceptible plano de lo cotidiano
que transporta con la imaginación
a zona de mayor opacidad y
luego
la devuelve
como si la elasticidad del pensamiento
le diese
la propiedad de rebotar sobre sí misma
y repelerse
eternamente.
¿Dónde está el Ausente,
de qué lugar me he quedado fuera
de qué misteriosa región
soy la evadida
hasta que me atraviese la devoradora?
II
Mi nombre tendrá un anuncio fatalista
cuando me asalten ansias de inmortalidad.
Alto ardor me ensuciará la lengua con su sangre pasajera
cuando el agua desnuda me apuñale en la orilla tremebunda.
Tengo un cristal amarrado a la cintura de mi barca
para danzar en prisma
mientras escalo el monte disfrazado de templo.…
Y no valdrá de nada el latigazo en el ijar de mi caballo
y no valdrá de nada la simiesca claridad,
y no valdrá de nada la locura impertinente
y no valdrá de nada el cielo allí.
Y no valdrá de nada el cielo.
III
Formé parte del cortejo.
Tuve instrucciones para buscar un lugar donde dejarte
cuidadosamente
con la prolijidad que exige lo que estalla a la menor fricción
(¿podrías estallar?
¿Convertido en qué esencia?
¿Hasta dónde llegarías?
¿Acaso podrías alcanzarme?)
IV
Pienso en cómo encontrar tu huella más exacta
la que te represente antes y después de esta
ocasión en la que todos los vivos nos quedamos
mirando
estupefactos
la conversión de la palabra en silencio
la mirada en puerta ciega
la sonrisa en labio duro y seco,
pensando cómo
será mañana
cómo será
la era de los que ya no viven.
V
Esta carga que los vivos soportamos
no puede sacudirse
a cada paso.
La razón transita por la idea que conduce
a ese punto irreductible
en que sabremos si llegamos a un puente
(si llegamos o partimos)
o al vacío.
Para evadirse es necesario latir con convicción.
VI
Esta flor que dejo hoy sobre la parda tierra
esta foto plena que acaricio
el llanto que evoca otra realidad más aceptable
yo sé
son emblemáticas maneras
irrisorios intentos de rescatar mi nombre
de liberar mi carne de tu sombra.
Busco evidencia
hechos que separen oscuridad de luz
que aparezca de pronto la costura visible
hilos para soltar, clavos que desclavar
tornillos, cuerdas,
algo
concreto que pueda confrontarse con las manos
desentrañar el lenguaje obliterado
retornar al exilio
saber
al fin
saber.
Y no valdrá de nada el cielo.
III
Formé parte del cortejo.
Tuve instrucciones para buscar un lugar donde dejarte
cuidadosamente
con la prolijidad que exige lo que estalla a la menor fricción
(¿podrías estallar?
¿Convertido en qué esencia?
¿Hasta dónde llegarías?
¿Acaso podrías alcanzarme?)
IV
Pienso en cómo encontrar tu huella más exacta
la que te represente antes y después de esta
ocasión en la que todos los vivos nos quedamos
mirando
estupefactos
la conversión de la palabra en silencio
la mirada en puerta ciega
la sonrisa en labio duro y seco,
pensando cómo
será mañana
cómo será
la era de los que ya no viven.
V
Esta carga que los vivos soportamos
no puede sacudirse
a cada paso.
La razón transita por la idea que conduce
a ese punto irreductible
en que sabremos si llegamos a un puente
(si llegamos o partimos)
o al vacío.
Para evadirse es necesario latir con convicción.
VI
Esta flor que dejo hoy sobre la parda tierra
esta foto plena que acaricio
el llanto que evoca otra realidad más aceptable
yo sé
son emblemáticas maneras
irrisorios intentos de rescatar mi nombre
de liberar mi carne de tu sombra.
Busco evidencia
hechos que separen oscuridad de luz
que aparezca de pronto la costura visible
hilos para soltar, clavos que desclavar
tornillos, cuerdas,
algo
concreto que pueda confrontarse con las manos
desentrañar el lenguaje obliterado
retornar al exilio
saber
al fin
saber.
VII
El viaje cierto esperó por tu tiempo
con una paciencia innecesaria:
ya estabas todo palidez
todo huesos
sin aire
en los pulmones
sin vigor en el pulso
sitiado por tu propia espera.
Aun así
la grieta se tomó su tiempo
para tragar tu cuerpo por completo.
VIII
Tiniebla que toda luz entraña.
Apoderamiento previsible.
Zarpazo en plena duda.
El viaje cierto esperó por tu tiempo
con una paciencia innecesaria:
ya estabas todo palidez
todo huesos
sin aire
en los pulmones
sin vigor en el pulso
sitiado por tu propia espera.
Aun así
la grieta se tomó su tiempo
para tragar tu cuerpo por completo.
VIII
Tiniebla que toda luz entraña.
Apoderamiento previsible.
Zarpazo en plena duda.
El fin
no por seguro es menos intrigante
la vida es un cuenco en el que habita.
no por seguro es menos intrigante
la vida es un cuenco en el que habita.
IX
¿Cuál es la identidad que rige en la ciudad sin auroras
qué invisible aliento entretiene
su no fugacidad?
Escarcha nuestro paso la promesa
echa en un cuenco azul risas y llanto.
X
Colisión inevitable
fría línea de
trazo fronterizo
pasaje diseñado para la confluencia
voracidad
defensa simultánea expansiva.
Cielo.
XI
¿Cómo se ve todo
desde ahí donde está
desde hace un tiempo
tu nobleza convertida en un cuerpo
sin sangre, sin tendones
sin músculos
tal vez
siquiera huesos?
Fui el otro día a llevarte
unas flores
y hasta creí escuchar
que me decías
que deje de llorarte
que no rece
que no pida de nuevo
perdón por cosas viejas
me decías
yo creo
que arrancara de cuajo
las palabras cansadas
y pusiera en su lugar nuevas tibiezas
y la paz de la casa en silencio
que en cualquier rinconcito
escondiera tu nombre
y saltara en destellos
el olvido del padre,
porque desde el ahora,
desde el ahí y adónde,
vos tenés tus mejores
atavíos del alma
y entre ellos, decías
(yo no sé si creerte)
mis manos en las tuyas
mi recuerdo,
mi nombre.
XII
No
aclarará jamás.
¿Cuál es la identidad que rige en la ciudad sin auroras
qué invisible aliento entretiene
su no fugacidad?
Escarcha nuestro paso la promesa
echa en un cuenco azul risas y llanto.
X
Colisión inevitable
fría línea de
trazo fronterizo
pasaje diseñado para la confluencia
voracidad
defensa simultánea expansiva.
Cielo.
XI
¿Cómo se ve todo
desde ahí donde está
desde hace un tiempo
tu nobleza convertida en un cuerpo
sin sangre, sin tendones
sin músculos
tal vez
siquiera huesos?
Fui el otro día a llevarte
unas flores
y hasta creí escuchar
que me decías
que deje de llorarte
que no rece
que no pida de nuevo
perdón por cosas viejas
me decías
yo creo
que arrancara de cuajo
las palabras cansadas
y pusiera en su lugar nuevas tibiezas
y la paz de la casa en silencio
que en cualquier rinconcito
escondiera tu nombre
y saltara en destellos
el olvido del padre,
porque desde el ahora,
desde el ahí y adónde,
vos tenés tus mejores
atavíos del alma
y entre ellos, decías
(yo no sé si creerte)
mis manos en las tuyas
mi recuerdo,
mi nombre.
XII
No
aclarará jamás.
La orilla está lejana
no hay retorno posible.
La intemporalidad desmiente la certeza.
Susana Lizzi
En memoria
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