Yo le pedí la savia
de lo eterno
el roce de su mano predadora
la letra lenta de su piel tardando siempre
recorté su silueta
traté de sostenerla
hecha boca y sonido
vuelta miel y altar sombrío
pero era pura poesía entrelazada
a la ingenua esperanza de lo humano
¿Cómo ha de sostener un alma
la dulce vastedad? Con la palabra engarzada
a la inquietud
con ímpetu guerrero
y la puerta cerrada a la cordura.
No estoy con ella
pero tengo su sello en la garganta.
escupiré su savia en el poema.
Susana Lizzi-
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